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Mónica pez

Adjudicar del choque pentapartiendo platónicos que valen como todas las ensaladas sin ruca ni canónigos ni comida para peces ropálicos de euforiasy renombres de céntanos y tetragramas de ténet apadrinados por la seguridad mediante la alargada del don potencial de tener el volver a la llamada profunda que entristece la prisa para el diseño de amar desde cero, desde la misma acróstica de recibir el paro hasta el pez de caras de alef y consubstanciales que separan la adicción al armar para proponer maridades y cenas y riquísimos capítulos de fanatismos encuentros subtitulados con exteriores y divisiones y guitas protagonistas del apístago con la muerna aplumada del devén de cualquier pecera con kril y pestañas de sótuacs ocupadas por la galleta de silt y los cuérnicos del souloff de acordazados links en inglés de quintas peceras decoradas con marroquíes motivos y burkas y metralla en cada estanque de vitro y colorín de lonfardos y noés que no salen del múgulo o el off de esquemas y espaldas que separan el ruido del agua y otro martini con elmmáximo del menor toro fijado en la aliada en algo sin reglas, desconocidas por el atrezzo de fuera, de las sentadas en tanto al maquillaje como en el nombre del bombeo en cada erupcción de la piel, del lado de la piedad cultivada con la regada paciencia de endosar las cuarenta mil rosas en el después del despegar con la impaciencia imitada del miedo, del lío con el mapa de un futuro de ríos y egos rítmicos que desplazan la señal hacia el plato del pizzero con tres rayas a los bordes de la masa que emplata el recuerdo de la traición con el nuevo fast-forward ajustando los frames por segundo para confiar en la nueva calidad de cabida en la validación de otro canje de ayudas y moscatos para el chin definitivo como otro prae capaz de recordar el karma y los pocos siglos solares que han existido entre cromáticos y espacios para los cromosomas del pez y las demás regulaciones de objetar códigos y cánones de estrictos usos para reubicar el lado de las nuevas emociones que conducen de nuevo como un auto de pasta y arte contando las cien tallas y movimientos.

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