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Jitanjáfora

Fuego en la suavidad del eléctrico, de la entraña visceral que salpica la marcha del autosacrificio de la sed del corazón, acallando la garganta del final de una etapa reservada con el formol de una sugerencia del material y los vocales como colgando del criterio disperso del córvido ensayo del grupo de trompetas indeseables para la estación del criterio con más volumen veterano que las maquetas de opiniones o las prodigiosas de comienzo del arreglista de lujo con el impass cambiado disfrutando tocar la contracorriente del que no cumple con la estatuilla de carriére, del higo en cartel para renovar la versión de la sede rescatando el fichaje del trasero del mote incorporado al nuevo polígono de grebas y estribos y típicos toninos triples como gran parte del tonto momento que disminuye el poder, el verse capaz de continuar pagando la electricidad para el reencuentro tranquilo con el eterno sin doblajes y sin biblias de la caridad del gintonic con rosartos y nenes de pelota y otro punto de guantazos al rabo del radical a punto de caducar en una habitación de estragos y edades y cansancios de la poca madurez en la contraportada que repasa la púnica salimina de la anécdota cansina del caso acordado de hace algunos años en el testimonio del circuito raso, la misma paella que en el retraso del arroz con leité y gestas de los asedios y grasas marranas de cada insersión del cambio deseado de musa para seguir creciendo con otro regusto no tan quemado ni amargo sin el diálogo para empeñar la confianza incompleta que cumple un año de estrellas de mar y cotonetes de algodáo en la base de conejos tortulados con foie y graneros y gansos de duvét licuados por el olor a podrido de los minutos y las vidas incompatibles por el medio de la avenida por parte de los mitones para pies de mafia de família surrealista con el sorongo de miel en cierta forma de galán en el olvido y comentarios y barbitúricos poposos sin el único lazo que dejará el argento de la publicidad para arruinar lo que ya no importa del futuro con un maquillaje ochentoso y satinado para dejar al anoréxico chupatierra con el marrón de las marcas de fuego en la piel marcada del cultural viedín para la siguiente producción de parejos de la fama en storyboards bizarros y sushi de clítoris enjuagado con agridulce y calles trabajando y visitando el consumismo de lueséi y las pondias en el artículo diciendo que el fin está más cerca que nunca.

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