Marcionarustusinos

Disculpas al creo, duscutiendo, todos pintados de colofón de las doce del después de las hormas de pan y chugos a la tutela de las últimas insistencias por penetrar sin el permiso de la gomita, bomba liberal en funciones de periodistas y trabas relentizadas a la inestabilidad del poco racionamiento por violación del jugo de fiestón y catarsis minimalista y filantropías que rebuscan la rebaba de los bombachos y la cinta de cabeza para la marihuana celta y los covers de blues y luces de cada canción a la concurrencia del ruido de platos y plátanos y ganas de salirse con el fado de la mierda orientado de inmediato a la herencia que dejará el vacío del 31 de mayo fraguado con pocos cementos del miedo y arcos vistos por cualquier moneda de dos mil quinientos euros de pletoria y mocasines de mocos y dinosaurios electrónicos de cartón con la vuelta al temblor y a la piel súbita sorda de gallina y brainal y más tranquimazin y pitillos de diazepan con sonidos cercanos a las pocas bases rítmicas del corazón que dificulta el apretón de tetas y tutes de cerebro a la concordia de la concha empresaria de retoques de muslos para modelar los cerebros de cada robot portado de humor blanco y mal gusto del momento y de la copia de las flores de plástico para la corona de oro y hiedras grabadas en la estela medio quemada por la marrana oración de ácidos y piercings y pinganillos de la supuesta vibración del coito y el escozor de la magia blanca en el momento del funeral del ánimo que se reduce a la cocaína de ellos mezclada con el helado de trumpets y garajes más como tendencia de las tiendas de campaña de palomas y nidos y huevos de codornices y lambrusco y moscato para terminar el vacío de la opción reemplazada por el ayer polémico, del último actual, marcado por las marcas de rondel de la noche y del sexo de pachanga, con la granja propia de la salsa de oporto y las comeras de aceites e incienso de palosanto por la cara de ilusiones que se va apagando por la poca actividad y el cansancio de la descomposición del periodo de altas y bajas y estancias inquietas entre la indómica casi hiriente otra vez por repasar el caos del inacabable zíngalo de camaradas y progresivos escapes a la inmejorable fresca.

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