Jaque, otro jeque en contra del envoltorio que no dudará en el adiós de aquella comprensión acompasada con la colaboración del fin de la huelga de los ortos vacunados con aquella actitud rectilínea del templo de diosas y señoritas y leches y haqahás y preguntas de ejes con campus de siete series de estilos sin la adrenalina de la esclava visicitud, o la escritura del testamento joven, del roa en artois, o en otros tipos de cerveza, de etopósido que no se sabe si se volverá a hacer viral como antaño, como cuando fallaron las amebas del mensual fijo sin comunicar la menstruación resultadista en los días de falta de apetito con otro rol de entrada para optimizar la quinta edición de famoseos entre aquellos quilos de masas, de tostadas y laquelarres enamorados del uniforme femenino del mundo universitario, o de aquellos guantes de goma en la pitraña iníndiga de la edición de relámpagos y fiables posos de costras y esperanzas para reelevar entre los palos y culos y más jaques de jeques y quejas de no armarse de valor para objetar las tumbas de vientos y cuatro comicios de pasarela y estructuras fundidas en el delfín, en el doriyaki de alexandra esperando el silencio, el churro, las noticias esperanzadoras para seguir toreando con la soltura de hace unos meses sin hablar de últimos próximos, ni de proxenetas, ni de glándulas de arcac y aracas del diapasón de cocina envuelto en los cuchillos y en las afiliaciones de la fobia a volver a releer la historia de la bruja en el similar pico de oro de aquellas princesas oscuras y el caldo de olla de la niñez que envuelve todas las habitaciones del síncope gris para robar la ropa interior de ale, y las expectativas que señalan un sí o un motivo para esta revoltez de revoluciones y palabras inventando santuarios y dantós de la variada exactitud sin aquella ingravidez del penúltimo mate.
Jaque, otro jeque en contra del envoltorio que no dudará en el adiós de aquella comprensión acompasada con la colaboración del fin de la huelga de los ortos vacunados con aquella actitud rectilínea del templo de diosas y señoritas y leches y haqahás y preguntas de ejes con campus de siete series de estilos sin la adrenalina de la esclava visicitud, o la escritura del testamento joven, del roa en artois, o en otros tipos de cerveza, de etopósido que no se sabe si se volverá a hacer viral como antaño, como cuando fallaron las amebas del mensual fijo sin comunicar la menstruación resultadista en los días de falta de apetito con otro rol de entrada para optimizar la quinta edición de famoseos entre aquellos quilos de masas, de tostadas y laquelarres enamorados del uniforme femenino del mundo universitario, o de aquellos guantes de goma en la pitraña iníndiga de la edición de relámpagos y fiables posos de costras y esperanzas para reelevar entre los palos y culos y más jaques de jeques y quejas de no armarse de valor para objetar las tumbas de vientos y cuatro comicios de pasarela y estructuras fundidas en el delfín, en el doriyaki de alexandra esperando el silencio, el churro, las noticias esperanzadoras para seguir toreando con la soltura de hace unos meses sin hablar de últimos próximos, ni de proxenetas, ni de glándulas de arcac y aracas del diapasón de cocina envuelto en los cuchillos y en las afiliaciones de la fobia a volver a releer la historia de la bruja en el similar pico de oro de aquellas princesas oscuras y el caldo de olla de la niñez que envuelve todas las habitaciones del síncope gris para robar la ropa interior de ale, y las expectativas que señalan un sí o un motivo para esta revoltez de revoluciones y palabras inventando santuarios y dantós de la variada exactitud sin aquella ingravidez del penúltimo mate.
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