La calité, las cosas importantes que como son, se desvanecen al lugar que nosotros vamos, sin prisa ni honores que te llaman borde, pero no te besan ni te abrazan a la felicidad, y viene la Toscana y se deja la piel para traer fastidios y ansiedades que limitan, y gritan buscando el cortador de césped, un espacio diferente que se vuelve extraño en cada copa, en cada mini-encuentro con el diablo, él la toca bien.