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Montevideo Sant Cugat

Envidiarán elegantes bejaranas y tías del escarabajo que se desvanece entre rejas frías, entre jaulas, entre comas y platos para llevar al huerto, al otro lado del charco tartamudo por las propensas apariciones negables con soplos desordenados del croupier que no sabe de nada y habla y se masturba con el automatismo de los bombones y huevitos con la sorpresa enclastada en la vista del plástico que envuelve la sorpresa entre la sangre que sabe a pulpo, a algo sin vida, a disecación de mujeres como de fábrica, sin soñar con el cuento absurdo, con los borrachos y los agujeros de ninguna ginebra probable con la que aliñar los tiempos y otros ojos de goma invadidos por el decir sin actuar, por cada excusa del proxenetista que bebe tinto como música de tobos húmedos y babeantes cuajos de lotos y ensaladas críticas con el fanático guateque entre despedidas eternas de cancer, de mimetizados a través de la impronta aroma de contraluz que fideliza los obstáculos y la descatalogada adquisición de la acidez de la inefable sacristía de devotes y tahúr con hechuras de un sayón en trece granitos que detienen las flores en el instante, en los antiguos sonidos sin curso, sin fecha de mercado, sin paradas, sin heridas distraídas que duermen como coquinas gallináceas de un único souvenir entre besos y susurros y valverdes de entrar temprano para aprovechar los motores señoriales desde otra punzante mírcula de felaciones y amistades y humo de piedra que elige como impuro nervio de apogeo, de trampa, de las ejecuciones carnavalescas que recorren la sorpresa recostando la electricidad que reivindica las nuevas infancias sin agua ni peluca, ni los recuerdos, ni las fotos amarillentas como autopsicografías de redes y especies de citas engañadas por el intento de tentar a la suerte con el poema de la blázquez, la blanca que auseja las pistas de principios y besitos en el satín de la santa arrugada con enlaces a las piscinas y lágrimas secas abrazando el poemario sin palabras ni reenlaces del tocotó para esposar escenas y escándalos y visitas con el cagancho, con el pelo anaranjado, sin la crin de otra bebota mezclada con dignas de centenas metamórficas de puntos vociferados como buceadoras improvisadas entre aromas de colapsos de corrupción por penar cada ámbito de seda sin los centellantes e incalculables fríos que adormecen compresas de pasta comestible corrumpiendo desilusionadas y pequeñas entradas en el inmenso peso de las dispares pertenenzas.

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